Navegar en el mar, la playa. La sensación de arena bajos mis pies. La música. Mi cámara. Reuniones familiares y con amigos. Manejar de noche en alguna ciudad. El acento de los españoles. El francés. Fotos blanco y negro, la fotografía en general. El silencio de la noche. La alegría de mis sobrinos. Canciones de Frank Sinatra, Dean Martin y Andy Williams. La luna llena. Abrazos inesperados. Besos robados. Los Museos. El Bossa Nova y el Jazz. Las grandes ciudades. Las teclas bajo mis dedos. Llaveros. Los aviones, volar en ellos. Mi perro, su mirada. Mi gata adoptada, que duerma sobre mí y que me reciba como un perro. Dusty blue de Charles Bradley. Las palmeras. La satisfacción de mis pacientes. Perfumes. Colecciones de libros. El abrazo de un niño. Aroma a café. Leer un periódico. Una siesta bajo el sonido de las gotas de lluvia. Pingüinos. Búhos. Flamingos y su caminar. Las luces de los autos durante la noche. Los aeropuertos. La pulcritud de los pilotos. Las copas de vino. Las letras de Pablo Alborán. Contemplar el amanecer, la puesta de sol y las estrellas. Cancún, Hawaii, España. La solidaridad en tiempos de desesperación. Las luces de navidad, los renos, el árbol; todo de Navidad. El olor del césped recién cortado, el olor de la tierra luego de la lluvia. Letreros luminosos con mensajes. La arquitectura de las iglesias. Las banderas. El aguacate. Tocadiscos. Las manos suaves. Pájaros que cantan al amanecer. Flores blancas. Los pequeños tatuajes en las muñecas. Las miradas fijas. Cantar en el tráfico. Serendipity. La frase playing it cool. Las melodías del piano y el violín. Viajes de camino. Charlas nocturnas. Autos negros. Las camas grandes. Casas con ventanales. Linternas voladoras. La palabra apetece.