Me encontraba sentada en esa silla que da frente al mar, a la hora en que los parques se empiezan a llenar, en las sillas vecinas un par de madres con sus hijos, un grupo en sesión fotográfica y dando vueltas un señor paseando su perro. Cuando llego a cualquier lugar siempre reparo quienes están a mi alrededor, sobre todo si estoy sola, note que aquel señor reparaba en mi constantemente, hasta que poco a poco se fue acercando. Me pregunto si me molestaba que se sentará en el otro extremo de la silla, con las nuevas medidas, es mejor asegurarse. Ambos teníamos nuestras mascarillas, así que no le vi problemas.
Luego de unos minutos, me pregunta: “Hija, ¿estas bien? ¿te encuentras bien?”. A lo que respondí que sí, el incrédulo continuo hablando, tratando de entender porque una chica estaba sola, en aquella plaza, mirando perdida al mar según él, estaba seguro que algo debía pasarme. Y, no. La verdad no me pasaba nada, solo es el lugar que da al estacionamiento donde dejo el auto mientras trabajo. Hay buena vista, a veces me quedo allí en espera que pase lo peor del tráfico. Me costo convencerlo que realmente me encontraba bien, hasta que con la charla que mantuvimos se percató que su suposición era errónea. De esto pude rescatar que aún existen personas buenas, si realmente hubiera sido alguien en crisis en ese lugar, aquel señor le habría hecho bien.
Estamos acostumbrados a asociar la soledad con tristeza. Nos es extraño ver a alguien solo y pensar que es eso, que no pasa nada y que quiere estar solo. Vemos alguien en un restaurante comiendo solo, y decimos, que pena. En el cine, alguien sin compañía, y decimos, yo no vendría solo al cine. Lo he escuchado a menudo, hasta hace algunos años, yo lo pensaba y no iba a ningún lugar sin compañía. Tal vez era inculcado de familia, mi madre detesta la soledad, eso, y los miedos que te tatúan en la mente. Claro esta, no me voy a dar de valiente, de madrugada, en una zona roja. Pero, después de algún tiempo, aprendí a disfrutar mi soledad, no es que sea una ermitaña, pero si quiero estar sola, lo estoy, si quiero ir sola a algún lugar, voy sola. Estar en soledad no significa siempre que estés deprimido, son momentos necesarios, para descubrirnos a nosotros mismos y descubrir lo que queremos, para aclarar la mente, para pensar mejor si necesitamos tomar una decisión, para descansar, para conocernos. Todos necesitamos de esa soledad en cierto momento, debemos normalizarla, porque es en esos momentos en que realmente nos escuchamos.