
Sin duda, todos en algún momento pasamos por una situación difícil, unas son más difíciles que otras, pero aquel que la está viviendo siente que es lo peor que le puede acontecer. Una de las frases más escuchadas por quienes tratan de darnos ánimo es: «el tiempo de Dios es perfecto».
Cuando algo no se da justo como queremos, por lo general nos invadimos de pensamientos negativos e incluso repulsivos hacia nosotros mismos. Creemos que nuestro mundo se viene abajo, creemos que es el fin, nos deprimimos y de repente puede que nuestra vida se torne en un caos.
He aprendido por más de una experiencia personal que, absolutamente todo pasa por alguna razón y que todo pasara en el momento que debe pasar. No hay que tratar de acortar camino, no hay que apresurar o forzar situaciones, si te conviene pasará y si nunca ocurrió es porque no era para ti, de seguro algo mejor llegará, nuevas puertas se abrirán. El mejor ejemplo que puedo darles es mi hermana, recién cumplía 20 años en la empresa que trabajaba cuando le notificaron que su equipo de trabajo sería desintegrado y ella sería asignada a otra posición, una posición que no eran tan buena como la que tenía. Ella se deprimió, al punto de querer renunciar, algunos de sus compañeros la aconsejaron que no lo hiciera. Al pasar dos meses, nuevamente fue llamada a recursos humanos, donde la ascendieron a gerente y le dijeron que sólo estaban probando su lealtad a la empresa y por haber realizado un trabajo sobresaliente en una posición de desventaja estaba siendo recompensada. De haber renunciado impulsivamente por la decepción de la situación, habría perdido la posición que ocupa hoy en día.
Con el tiempo todo queda atrás, todo se logra superar y lo más importante es que nos deja una lección, nos hace más fuerte e incluso puede que lleguemos a sentir orgullo por lo que logramos superar. Momentos difíciles que nos acercan a nuestros seres queridos, nos permiten conocernos internamente, nos permiten descubrir lo fuerte que somos, nos acercan a nuestras creencias y que incluso nos llevan al éxito.
Cuando sientas que las cosas no están saliendo como quisieras, recuerda, que el sol siempre saldrá luego de la tempestad y que incluso en las noches más oscuras la luna siempre brillara.